El camino suele resultar árido, a veces frío y —a nuestros ojos— desparejo. O asola el calor y se resquebraja la tierra bajo los pies. O atravesamos vergeles y oasis que nos invitan a detenernos y abandonar la marcha. Y las tormentas, cuando el alma llora junto con las nubes, o ruge iracunda con el trueno. Y la noche, y la niebla. Y, finalmente, la alborada… En luces y en sombras, en la escasez y en la abundancia, el pan es el sustento imprescindible de nuestra peregrinación. Alienta, repara, entusiasma y fortifica. El pan para el alma nos lo ofrece hoy Nouwen bajo la forma de 366 meditaciones redactadas entre 1995 y 1996 (año de su regreso al Padre) para acompañar día a día el camino de la vida. Revelador de su “credo personal”, Pan para el viaje retoma los grandes temas de Nouwen: el regreso al hogar, el sanador herido, el hijo amado, la hospitalidad del corazón; y los propone en forma de reflexiones inspiradoras.