Cristales para la catedral del alma
Deliciosas meditaciones, tan enraizadas en la vida cotidiana como dirigidas hacia las altas cumbres de la santidad, en las que el autor nos propone limpiar los cristales del corazón para que la luz del buen Dios pueda traspasarlo.
Las páginas de este libro ofrecen algo de las charlas que he pronunciado una vez al mes en la Iglesia de las Esclavas, ubicada en la calle Montevideo de la ciudad de Buenos Aires.
De esas palabras, que ayudaron a la meditación en aquel contexto, fue naciendo un libro que vive su propia existencia con sus notas, sus justificaciones, sus complementos.
Si alguien preguntase el motivo de estos escritos, no dudaría en responder que son una forma de simplificar personalmente mi fe. Aprendí que los interrogantes que miden toda la vida, todo ejercicio de la mente, toda la fe, son en definitiva dos:
¿Qué dices del dolor y de la miseria? ¿Qué dices del amor?
Y de acuerdo a la respuesta, se convierten en fuentes de angustia o de esperanza.
Con el propósito de despertar la esperanza son estas páginas, que se podrían leer sin seguir el orden de sus capítulos. Una por vez, no todas juntas, servirán mejor para que este mensaje deje pasar un poco de Luz en cada catedral del alma.
Indice |
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Advertencia 9
Dios me dio de qué reír 11
Vivir con alegría 24
La leyenda del cuarto rey mago 28
Cultivo una rosa blanca 35
Déjame oir tu voz 43
La noche será como el día 51
Presente 58
Pasado 64
Futuro 70
El amor no se divide, se multiplica 76
Los obstáculos del reino 82
Los caminos del reino 91
La infancia de un adulto 97
15 minutos de vida 106
Las actitudes de Jesús 113
Servidores de la alegría 120
El tratar de amistad 128
El cielo de tierra 133
La Iglesia nuestra madre 139
Dar en el blanco 144
No hay espinas sin rosas 150
El juego de la oca 156
El regalo de Dios 164
El valor divino de lo humano 172
Vivir pasa, el haber vivido jamás 177
La esperanza en la Iglesia 182
Como un buscador de perlas 192
La ciudadela del corazón 199
El jubileo de cada día 207
El alma en el espejo 218
He sido curado en Lourdes 225
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